sábado, 6 de agosto de 2011

La pelusa de tu ombligo


Algunas veces miro tu ombligo con ganas de ser esa pequeña pelusa que te acompaña por la vida sin hacer ruido y sin importarte demasiado. Contemplaríamos juntos las estrellas en las noches de verano y leeríamos libros en invierno, arropados con el nórdico hasta el cuello. Cada noche, cuando te durmieras, saldría de mi escondite y pasearía por todo tu cuerpo, saboreando a cada instante tu olor a tierra mojada. Y, antes del alba, volvería a tu ombligo. Despertarías desconcertada, mirarías tu ombligo y, sin saber por qué, arroparías a la pelusa con un manojo de hierba.

1 comentario: