miércoles, 24 de agosto de 2016

Una frente en el beso


Ya las palabras mudas deshabitan la mente, ya los blancos se cobijan tras las muecas. Nada. Ni un pensar. Sólo vacíos, únicamente sombras danzantes sobre la arena hacia otro anochecer. Y otro amanecer. Sombra y luz, alternándose, intercalándose, fusionándose. Ya indistinguible, el tiempo se gasta como se gastan las pesadas palabras antes de pronunciarse. Nada. Ni un pensar. Sólo el torpe estirar del cuello, como un polluelo. Y el temblar por una frente en el beso.