Cuando los silencios griten y las lágrimas
Resequen la inquina; cuando las sonrisas
Mutilen los brazos que asen las banderas y
Las piernas que andan nuestros caminos.
Cuando los cuerdos se mueran de miedo
Y los locos sangren palabras torcidas;
Cuando los Dioses no nos pertenezcan y
Los hombres hablen con los hombres.
Cuando las canciones fusilen a los
Tamborileros de parca ideología; cuando
Este constante suicidio de la muerte
Se convierta en vida, se convierta en vida.
Cuando regalemos Macondo por un beso,
Un verso por cada exceso y una caricia
Por cada herida; ahí estará, aguardando,
La revolución en la próxima esquina.