“Adiós”, y añado tu nombre detrás de una coma. Y deseo olvidarte, extirpar de mi mente tu recuerdo, porque es tan profundo que se me antoja un otoño infinito.
“Qué va”, y añado tu nombre detrás de una coma. Y añoro al son de la melancolía que tengas un punto de vista diferente, y que trates de convencerme.
“Se acabó”, y añado tu nombre detrás de una coma. Y me incito a desidealizarte, porque me resultas tan perfecta que todo lo demás necesita una capa de pintura.
“No me jodas”, y añado tu nombre detrás de una coma. Y te odio con toda mi alma por un instante, para después desear que me jodas por siempre jamás.
“Vete a la mierda”, y añado tu nombre detrás de una coma. Y echo de menos que tú me insultes y que acabemos riéndonos a carcajadas porque sabemos que nunca te irás a la mierda. Y que, si lo haces, guardaré en un hatillo los versos que nunca te he escrito. Y me iré contigo.
“Qué va”, y añado tu nombre detrás de una coma. Y añoro al son de la melancolía que tengas un punto de vista diferente, y que trates de convencerme.
“Se acabó”, y añado tu nombre detrás de una coma. Y me incito a desidealizarte, porque me resultas tan perfecta que todo lo demás necesita una capa de pintura.
“No me jodas”, y añado tu nombre detrás de una coma. Y te odio con toda mi alma por un instante, para después desear que me jodas por siempre jamás.
“Vete a la mierda”, y añado tu nombre detrás de una coma. Y echo de menos que tú me insultes y que acabemos riéndonos a carcajadas porque sabemos que nunca te irás a la mierda. Y que, si lo haces, guardaré en un hatillo los versos que nunca te he escrito. Y me iré contigo.